jueves, 30 de junio de 2011

Sobre algunos días de junio y los vestigios de un tiempo no mejor


Cuando el tiempo no indica la hora que uno espera, la impaciencia toma por completo la aventura. Me senté a esperar. El cuadro hablaba sólo, en un paisaje de siempre, que se repite en cada rincón.


Una mujer y un carrito con niño incluido por la vereda. Detrás de mí la puerta de madera, alta, imponente, de casa entrada en años. Desconozco que clase de construcción; no es mi arte. Los árboles secos por el paso del otoño y la cruda benevolencia del invierno que todo castiga. Sentado en el escalón de canto rodado me pregunto si es mi culpa golpear y que nadie me atienda. Del otro lado alguien apoya la oreja y trata de escuchar. Se agacha para ver por la rendija, si es que queda algo de quien escribe.


Decido levantarme, dejar de lado los vicios y emprender la caminata. Las calles se cruzan, la organización en damero imperfecto por momentos me aniquila la razón. Una cuadra de cincuenta metros, otra de cien, y así, variación indeterminada. Me quejo de más; el problema está radicado y tal vez nunca más se aleje.


En las calles de Mendoza el frío esconde las pasiones, acobarda a los valientes y solo nos queda un mate amargo. La desdicha de un vino de medianoche que es descorchado con dificultad. Las papilas gustativas explotadas por los aromas del varietal; sus ojos verdes aparecen pidiendo disculpas, sus comisuras se ahuecan para dibujar una sonrisa y me roba la tristeza.

domingo, 26 de junio de 2011

Colores II


Veo los colores del sol y me pregunto si son los que el cristal hermoso fragmenta. Si son los dibujos de algún sentimiento perdido o si es una caricatura de nuestro pasar. No hay almas en la habitación mas que la mía. Las dudas son complejas. Las nubes suman interrogatorios y quitan los rayos de sol, anunciando lo que puede ser una lluvia invernal sin caricias. Es cuando decido salir, y buscar en los demás eso que no existe.

Quema en mis labios el tabaco abotonado del cigarrillo y mil dudas en el aire. La calle fría se ilumina con el gris del cielo entreabierto en claros celestes. Nos conjugamos como quien busca conceptos en un libro, el que lee sobre ideas de izquierda mientras adquiere productos de poca sabiduría. Guarda en mis manos el rastro de una noche cualquiera y en la campera, un pelo largo de su propiedad refleja algunas gotas de lluvia que comienza a caer. No me importan los años.

Los árboles sin hojas acompañan el trayecto y Dorrego queda detrás, en los juegos de adolescencia, las noches de alcohol barato y rasguear la guitarra hasta que las cuerdas se corten. Esos amigos que ya no están, víctimas de un camino bifurcado. La noche aparece sin piedad, mientras las luces de la urbe se encienden y la ciudad, naranja, se olvida.

Sigo, sin causas para dejar de caminar.

Sigo, porque así me hablan en secreto los ojos que mueren detrás del vidrio.

jueves, 9 de junio de 2011

El socialismo y Carla


Carla era una niña. Como todas envolvía poesías de los juglares, jugaba con los árboles y defendía a las hormigas de visitantes extranjeros que podían destruir su mundo socialista. Si miraba el cielo apartaba las nubes y escribía su nombre, que es común pero que guarda su belleza. Su historia me refirió alguna que otra enseñanza, con respecto a los vicios de los humanoides, tan viles bajo paradigmas y teorías.
Suspendido el conocimiento cuando uno es pequeño no queda otra que ver el mundo como se es presentado. Carla pensaba, entre otras cosas, que los besos no vienen en cantidades a desperdiciar. No es una idea alocada, porque toda vida empieza y termina; nada infinito. Sentía que no todos tenían que ser besados, porque podría perderlos cuando conozca a alguien a quien ella quiera guardarle sus deseos, o las ideas, o los milímetros cúbicos de lágrimas que derramaría años después sin saberlo.
Así fue como creció entre tanta vida diversa, entre los viajes de papá y las vueltas de vez en cuando, la instalación en casa y los alfajores y dulces variados. Los minutos pasan que suman años en pocos segundos. Se olvidó de los besos en mínimas cuotas y cuando la conocí solo le quedaban las utopías del ambiente, alguna que otra sensación de realidad, un viaje a tierras desconocidas para mi y amores detrás, amores que existen y otros que se mantienen intangibles por esa esencia misma que definimos vida y que se difumina entre la luz, cuando menos uno lo quiere.
Tal vez nos frecuentemos y compartamos un vino, o quien sabe. Yo le regalo estas letras.

domingo, 5 de junio de 2011

Confesiones de un no tan frío miercoles por la noche

Los confortables vicios del fin de semana tienen sus consecuencias visibles en los días hábiles, para ser más exactos, el miércoles. Día como todos pero distinto a los demás, porque cada día, según las distintas teorías filosóficas que se despechan sobre el paso del tiempo, dicen que cada jornada es única.

Sumergido en algún lugar que desconozco su existir, algunos impulsos nacen sin aviso previo para entrometerse dentro de los asuntos de la realidad misma. Esos impulsos incontrolables que se traducen en acciones racionales que no son de mi apetencia, pues siempre causan algún arrepentimiento o problemas varios con uno mismo, que intenta reprimirlos sin éxito, logrando que se potencien aun más. Contradicciones propias de la raza.

Fue así, que cuando me dirigía en el vehículo motorizado de cuatro ruedas a buscar a un familiar de mi seno mas íntimo, me di cuenta que ninguna canción acompañaba el momento, y la noche, terca pero perfumada por las lagrimas celestiales, se hacía notar en forma de pequeños puntitos en el vidrio. Enterado de la situación de que solo el rugido del motor sería de la partida hasta llegar al objetivo, me entregue al proyecto de excavacación de mis sentimientos. El trayecto era corto pero preciso para sacar a flote problemáticas internas de vieja data, con algunos efectos de viejos quebrantamientos
amorosos, de nuevos amores que nunca fueron, de cualquier cosa que significó una pequeña marca por más microscópica que fuera.

Una vez estacionado, descorché el cinturón de seguridad. Una distracción camuflada de miedo me hizo notar la llovizna en el parabrisas, que lentamente iba llenando su cupo disponible para las gotas. En ese instante, los impulsos recién mencionados tomaron el control de manera momentánea. Tomo el celular, busco el contacto deseado, escribo el mensaje, presiono enviar, y crimen consumado. Las letras eran precisas pero desconcertadas, propias de una mente ansiosa y errónea: "algún día contestarás, mientras tanto, me dedico a admirar la lluvia en el parabrisas del auto".

La respuesta nunca llegó y tal vez nunca llegue, pero lo que no puedo descifrar, es el por qué del accionar propio. Pregunto: ¿ansiedad? ¿estupidez crónica? ¿irracionalidades propias del género? o ¿algo que esta un poco más adentro pero que no sale a la luz?. Pudo haber sido la nostalgia que genera un miércoles por la noche de lluvia, cargando en las espaldas un estado semi gripal leve, generado por la vida misma y el sobrepasar los limites físicos de uno mismo. Quizás fue el paso del tiempo que se hizo sentir esta semana el lunes por la mañana, y las distintas cosas que eso expulsó a la superficie . Parafraseando a Soda Stereo, "creo que nunca lo podré saber"

Nota: Un viejo texto, de septiembre de 2009. La época habla por si sola, el tiempo ha pasado y he cambiado tanto que solo una parte de mi se guarda en estas letras.

miércoles, 1 de junio de 2011

Los colores del alba


Menospreciando los colores del alba se escondió entre sus brazos y le pidió al tiempo que parara. Como un bolero, que reza su mismo deseo, se quedó pensando reiteradas frases que rompían los limites de su mente y se figuraban en la habitación.

La luz cristalizada rebotando traía recuerdos de café y cigarrillos; los ojos zarcos alumbran de más y crean distracciones que obligan un cumplido: tu belleza como una mirada lejana que se vuelve difusa cuando solo te mire una vez y sepa que eres la luz de mi destino. La sonrisa cómplice de siempre y de todos, la desconfianza de no creer y el beso que todo sublima.
Creyó en las verdades, en la libre interpretación del engaño de los sentidos y pagó el precio. Las cuentas abultadas que trae sostener un principio equívoco hasta el final.

Menospreció los colores de alba y los brazos que fueron su escondite la dejaron bajo el cuidado del sol.