Si algo
describe al tiempo es su dualidad de sanar heridas y también de intangibilidad
de lo eterno. Muchas cosas cambian: la gente envejece, los amores se olvidan,
los campeonatos del ciclón pasan a ser un grato recuerdo y los edificios piden una
mano de pintura. Hay otras cosas que no cambian o tal vez no tienen un punto de
inicio ni final, es por eso que se sostienen inmortales en el tiempo.
Hay severas
y aclamadas teorías sobre el porvenir pero ella tiene un miedo y lo
compartimos. Le costó aprender a soportar la irracionalidad de la muerte pero
admite saber que ahora es una aceptación y no un reclamo a Dios. Me contó sobre
sus momentos de soledad, sus años de lágrimas, sus dudas por saber qué la
apasiona y su miedo a la eternidad. Se acusa de inmadura pero sé que es una
pantalla más. Todo es materia de discusión
Pasaron
años y amores, temblores y algunos buenos finales, pero sin embargo cuando
esgrimimos una palabra entre ambos sabemos que todas las noches que los
calendarios han contado son irrelevantes, algo esencial nos une; el más allá de las cosas.
Algunas
miradas saben a libertad