Joan Miró |
Algunas veces en la vida, pasan
cosas que no sabemos si volverán a ocurrir. Es por eso que las llevamos como un
talismán dentro nuestro, eso que nos da la pauta de que es lo que queremos para
el resto de nuestros días, eso que nos indica como queremos disfrutar cada
instante, lo que nos hace conocernos y
conocer a los demás.
Ella invitó el vino e hizo las veces
del servicio, por mi parte aporté la manta, y las herramientas necesarias para
tomar el vino, que fue uno de los mejores que tomé. Divagamos bajo el cielo,
cerca de los árboles, tirados en el piso, hablando sin pensar y sabiendo que no
era necesario ningún juego de palabras, había algo en nuestras libertades que
solas fueron dando rienda suelta a sentirse en confianza, uno con el otro. Esa
sensación de que uno no necesita dar explicaciones, que puede preguntar lo que
quiera y hablar de sus penas y virtudes, defectos y demás.
Se reía cuando se daba cuenta que
expresaba su filosofía de vivir sin tantos tabúes, me contó de sus idas y
vueltas, de sus años de adolescente, su pasión por los deportes y algunos
que otros amores de esos que todos llevamos en el palmarés o en la espalda.
No estuvimos el tiempo exacto para
decir que conozco a la persona que es, pero si tuvimos el tiempo exacto para que
pueda sentir la esencia de su alma.
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Algunas de sus canciones son mías también. Mis acordes llevan su nombre en cada rasguido