domingo, 25 de septiembre de 2011

Voz

"Pensierosa" Emilio Pettoruti 
Tu belleza me molesta de sobremanera: puedo insultar los astros, correr la cortina, fumar un cigarrillo y hacer volar la colilla entre los techos. Puedo refutar teorías, pensar que la política es un mecanismo de mentiras maquinadas por el sistema, defenestrar a los líderes religiosos o comprobar de a poco que nunca miré ojos que me gustaran. Puedo correr, escribir, comer, esperar, ser intolerante y discriminar a mentes ajenas por no comprender estos elementos enumerados. Puedo imaginar una manzana simétrica, cortar las sogas de la esclavitud, criticar cada obra de arte y hacer de cuenta que no existen seres idílicos. Puedo faltarle el respeto a la gramática, a la ortografía y a cualquier regla fijada del idioma español. Puedo evitar el punto y aparte, porque el concepto que se esconde es superior: Vos.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Idealismo corrompido



Algunos hombres juzgan de sobremanera las acciones de otros algunos hombres, que a su vez juegan a juzgar a los que recién mencioné y al resto que no entran en las calificaciones hechas en esta oración. La humanidad como concepto es algo indeterminado pero no hay ser que forme parte de la especie que no haya buscado un significado al ser y estar de su vida mundial. Por eso mismo distraerme en un punto tan repetido me parece una real falta de respeto a las palabras.

Hay dos cosas que no puedo cambiar: mi obsesión por un objeto deseado y el rechazo a lo que deseo. Esa dualidad que se contradice me define, me desautoriza y la vez realza virtudes y defectos. Una contradicción; un cielo de día sin sol, una luna de noche en un cielo celeste. Cualquier comparación poética es bienvenida. Lo que pasa y en términos simples, es que no puedo tener lo que quiero porque lo quiero, entonces todo lo que quiero o deseo no debe ser obtenido o alcanzado: así se llega a lo idealizado, a eso que comúnmente llaman amor.

La aniquilación de toda ensoñación fantástica con otros seres de mi especie, viene de la mano del misantrópico sentimiento que nació una mañana cualquiera en que entendí que las armas sirven para matar.

martes, 6 de septiembre de 2011

Vértices


El vivo deseo de la carne puede mantenerse intacto, pero permanecerá latente por siempre. Aunque desaparezca en una fracción de tiempo determinada ese sentimiento de atracción, no será eliminado por completo. Es una condena eterna y se suma a otras implicancias inevitables.
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La historia es concreta, simple, sencilla: iba yo en un auto. Hablábamos con un amigo de diversas temáticas de septiembre: laburo, estudios, mujeres que vienen, mujeres que se van y así. A la espera de algunas bebidas en compañía de otros agradables sujetos dejamos que las palabras surjan fluidas en el transitar urbano. De repente semáforo en rojo, una esquina cualquiera de la ciudad. Cruza una mujer hablando por celular. Me llamó la atención, la imagine conversando conmigo y le agregué voz y gestualidades propias. Detalles. Luz verde, a marchar. Todo queda detrás como si nada hubiera existido.