Francisca Vázquez |
La
manipulación de la materia es algo a lo que se han dedicado vidas enteras. En
las manos de los alquimistas se dieron inicio a los sentimientos utópicos de
eternidad, que buscaban los beneficios de la piedra filosofal o de la panacea,
el oro y la inmortalidad. La cura para todo mal.
En los
tiempos que corren se confirma que todo eso es una simple ilusión. El
escepticismo nos supera y nos opaca la vida. Algunos buenos hombres confían en
la religión y sus promesas de vida nueva fuera de esta tierra de amores
violentos, consuela su existencia. Otros se entregan a los placeres y que el
tiempo pase hasta que la oscuridad los consuma. Hay brujas que saben sin
investigar y aquellos que confían en ellas, otros no creen y todo se vuelve
inverosímil; la verdad es subjetiva.
Puedo amarte
pero desecharte en sudores ajenos. El amor se vuelve estético. El humano se
vuelve objeto y los objetos se humanizan. El romanticismo es un secreto que
solo manejan los vampiros y los pobres.
Siempre en mí
estará tu casa.