Mientras usted dibuja formas en el cielo yo la invito a pasear. No se preocupe, esta todo escrito. No suelo codearme en el espacio con los planetas ni comprar objetos desvalorizados en el mercado alicaído; me gustan los acertijos. Para adivinarlos, me dedico a escribir composiciones de letras una tras la otra, unidad, para construir lo que semánticamente las imágenes todas juntas representan lo que siente en este momento el caballero. Porque si de formalidades hablamos, suelo entregarme al uso correcto y educado en detrimento de las vulgaridades; tal vez sin motivo aparente.
Pero usted siga, no se detenga. Tome el pincel, cree, dibuje, estime con su corazón las formas en el cielo en busca de la redundancia de las palabras obsesivas de nuestro vocabulario. En los tiempos de amargura y olvido, no existían sonrisas en la vieja República hasta que la utopía como extensión del concepto de vida, entre las copas de vino y las mil razones de la noche, apareció. Obsesionados descubrimos a la par del tiempo nuestro más humilde deseo de perfección seguida de muerte y todo terminó. No se detenga, esquive los grises y aprenda a esconderse enfrente de todos mientras todos la ven pero no saben que esta ahí. La magia no es escapar.
Siga por siempre, yo espero. No importa si desaparezco, no se apene ante mi ausencia. La situación amerita el esfuerzo y creo que hoy todos los factores se fusionaron en usted para sustituir esas viejas ilusiones de juventud desvanecidas con el paso de los segundos; segundo, segundo y otro segundo, casi como la lluvia se juntan, se inunda la ciudad de segundos pero a usted el tiempo no debe afectarla.
Caiga en el vacío pero suspéndase. Levante la vista, esta vez las pinturas no se secan y dibuje por siempre. Mientras la reproducción de mi alma descansa en el piso desde acá yo la miro. Aunque mi corazón difuminado se pierda con el último rayo de luz que el universo actual nos regala, no pierda la convicción de ser la última utopía.
