Menospreciando los colores del alba se escondió entre sus brazos y le pidió al tiempo que parara. Como un bolero, que reza su mismo deseo, se quedó pensando reiteradas frases que rompían los limites de su mente y se figuraban en la habitación.
La luz cristalizada rebotando traía recuerdos de café y cigarrillos; los ojos zarcos alumbran de más y crean distracciones que obligan un cumplido: tu belleza como una mirada lejana que se vuelve difusa cuando solo te mire una vez y sepa que eres la luz de mi destino. La sonrisa cómplice de siempre y de todos, la desconfianza de no creer y el beso que todo sublima.
Creyó en las verdades, en la libre interpretación del engaño de los sentidos y pagó el precio. Las cuentas abultadas que trae sostener un principio equívoco hasta el final.
Menospreció los colores de alba y los brazos que fueron su escondite la dejaron bajo el cuidado del sol.
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