jueves, 28 de marzo de 2013

Descubrirse

Pollock


Podríamos recorrer el mundo caminando y sin dormir que el tiempo no sería un impedimento. La eternidad de tu esencia no admite discusiones. Como tampoco admite mi ansiedad la espera de verte otra vez, en cualquier lugar.

No hay un día en que no andes por ahí, dando vueltas en mi, trazando mis días de marzo como me dijiste una vez. Pienso en muchas cosas, trato de frenarlas a veces para no asustarme, para no dejar que todo salga de repente. A veces no poder manejar las variables nos vuelve locos y es ahí donde reside el secreto. ¿El secreto de qué?

Me descubro en las noches principalmente cuando de todos me alejo y si te hablo, creo que te hablo, porque siempre te hablé, antes de saberte por ahí. Esa sensación de infinidad se me vuelve extraña y me inquieta el placer que me genera, el bienestar que me da ir conociendo algo que ya creo conocer. Ir descubriendo algo que uno ya tiene en la memoria, en los recovecos del alma.

Ser los personajes de todos mis libros.

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Nos vimos caminar en una plaza de Kandinsky, te encontré ahí. Hablamos un buen rato. 

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