viernes, 22 de marzo de 2013

El gusto de la sal en tu boca

Picasso


De tus labios no solo rescato las palabras, también heroicos actos de grandeza cuando tus comisuras marcan una sonrisa un día de lluvia o muerden bien fuerte los mios para recordar la existencia.

Puedo jurar que no hay mayor redención que la de empujarte contra cualquier pared cuidando tu nuca con mi mano, presionándote contra mi cuerpo y hundiendo mi boca en la tuya sin mediar conversación alguna, preámbulos irrelevantes de aduladores y galanes de novela. Siento que no hay tiempo, que debe consumarse algo más que un simple acto, un deber humano que me lleva a mostrarme tal cual soy, buscando una liberación de ambos en segundos que no contaré con los dedos.

He escuchado a serios hombres hablar de sus aburrimientos, de sus noches de costumbre y siempre el mismo amor, solo cambian las sábanas y el lugar. Me surge una duda, porque me pienso distinto al escuchar tan altas blasfemias; o es acaso que no hay otro cielo que no sea aquel que te pertenece y al cual me invitaste.

Tomo tu cintura de la misma manera y nunca es igual, cambian los días, los instantes, gira el mundo. Nos amoldamos en cualquier lugar, no importa la ubicación, es el momento el que nos guía y jugamos a que tal vez sea nuestro último día, nuestro último deseo, fusionar algo más que la vida, un estado puro entre almas, una excepción universal.

Besos de agua y el gusto de la sal en tu boca

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