martes, 5 de junio de 2012

Los árboles subversivos

Árbol africano - Cristina Alejos Cañada 

Quedan pocos rebeldes que alteren el orden pre establecido, y no quedan ideales ni amores por los cuales luchar. Son pocos hombres, pocas mujeres, y no se encuentran entre si; gran faena universal. Si todos esos que se lamentan de su existencia supieran expresarlo ante sus otros similares, no sufrirían tanto el desarraigo de sus idealismos inútiles, que se perdieron en los libros de hace más de cincuenta años. 
Puedo leer en la actualidad algunas obras dignas, de almas estancadas en el tiempo. Hubo una mujer que me dijo que era de otro tiempo, tal vez otra época. Que el tiempo me condenó a nacer en una generación a la cual no pertenezco, solo porque amé incondicionalmente a todos los árboles que me dieron sombra y a las lunas, que siempre la misma, tuvieron diferente nombre. 
Luego de años de abusar de contradicciones llegué a la conclusión final de mis anhelos adolescentes. Puedo ser adulto cuando quiera, pero me acecha la soledad.

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Nos vimos hace unos cuantos inviernos. Nunca más nos cruzamos, y no lo haremos. Porque ambos, a pesar de seguir en vida, hemos muerto para el otro, desapareciendo, ante la tiranía del otoño que desnudó los últimos árboles.

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