domingo, 10 de abril de 2011

Locos en armas

Los caminos al amanecer de la felicidad y el amanecer redundante en las poesías. Siempre. Aparece,desaparece, reaparece en todos, y cada uno de aquellos que escriben y exhalan en letras sus penas, amores, poder de convicción, declaración de principios ajena; mañana a navegar entre miles de personas y esa aglomeración de seres que llaman sociedad en los libros sociológicos.

Podemos construir analogías, utilizar alegorías y enciclopedias para recomendar el uso de los conocimientos. Aclarar por las dudas y nos encontramos en algún lugar, cerca, lejos, no importa. Los fines se recuerdan cuando se concreta lo planeado o la sorpresa marca el corazón.

Y de noche, como si nada, esperar algo. Como esperan algunos locos en armas que dejan de respirar para llegar al otro lado o se entregan a los somníferos. En los sueños las respuestas son precisas y las leyes no existen.

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Una serie de canciones me obligaron a parar las rotativas. Se sobrepusieron al malestar, al aburrimiento y cambiaron el final del día.
El final del día y una nueva semana que comienza, otra más como todas las anteriores en más de dos décadas. A veces me pregunto si dejar de contar el tiempo me solucionará todos los problemas, los miedos y la infamia de la vida misma producto del jugar en sociedad.
De jugar en sociedad si somos seres sociales no puedo escapar. No quiero escapar porque no puedo y no puedo porque no quiero y de esta manera funciona el razonamiento: cambiando el orden de los factores en busca de alteraciones.
Las alteraciones son consecuencias de efectos que son efectos de consecuencias. Esto que estoy diciendo (diría Borges) es baladí. No respeta un orden lógico.
Pero al final la lógica es escupir ilusiones y no estoy de acuerdo. Me quedo con mi falta de orden.

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